Tres geishas maduras para unos empresarios
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Sabiendo que su hijastro tiene la testosterona por las nubes y que está bastante ciclado porque es un obseso del gimnasio, sin duda fue todo un atrevimiento dejar la puerta del baño cuando se fue a hacer pipí. Ese cabrón iba más salido que un caballo semental en celo y entró como un puto toro al cuarto de baño para echarle un polvo a su madrastra. La mujer se resistió al principio porque no quería parecer una guarra, aunque ambos sabían que en realidad estaba deseando caer rendida a los brazos y la polla del chico. Ya podría haber mostrado algo de amor el muy cabrón, pero no, tan solo quería desahogarse y poco más.