En todos sus años como chófer profesional, es la primera vez que a este negro cachas le piden quitarse los pantalones para conseguir el trabajo. Debe ser que nunca se había encontado con una viuda tan zorra como esta tetona de cincuenta, que está claro que quiere tener a un empleado para varios usos; a saber, conducir su limusina, y hacerle un apaño en los asientos de atrás si se tercia. Y para eso, por supuesto, ha de probar su polla negra, para saber si va a dar la talla; así que la entrevista de trabajo, en realidad, consiste en que le pegue una buena follada a la madura que la deje con los ojos vueltos de gusto.