Doctor hace un examen a la paciente gordita
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Madurita asiática con mucho dinero y cierto status social, se encuentra mas aburrida que una ostra y mas caliente que la lava de un volcán. No sabiendo muy bien como desahogarse, pasea por la casa en busca de uno de sus dildos favoritos para intentar consolarse y apagar su fuego interior, provocando un orgasmo aunque solo sea con ese cacharro por no tener polla humana alguna a su alrededor. Sin embargo, da la casualidad de que uno de los amigos de su hijo está viviendo en el piso de abajo de la casa, pasando unos días y este joven negro, se ha percatado de los ruidos tan extraños que ha detectado en la parte de arriba de la casa. Sube por las escaleras, tan solo con una toalla puesta por haber salido recientemente de la ducha y sin quitarse el sombrero que tanto le gusta, descubre a la madurita asiática completamente desnuda y con las piernas totalmente abiertas introduciéndose un consolador por su peludo y ardiente coño. Poco tardará ella en darse cuenta de que está siendo observada por el negro desde un rincón medio escondido y soltando el consolador en el suelo, se dirige a él y le hace una señal con el dedo, completamente eufórica, para que se le acerque que quiere comprobar unas cositas. El negro sonríe por que sabe perfectamente lo que ella está buscando en él y también sabe que en cuanto se quite la toalla y ella vea el gran tamaño de su polla negra, se le va a hacer el chocho tan húmedo que no va a hacer falta ni precalentarla para la penetración posterior. Supongo que ya os imaginaréis el pedazo de follada que puede resultar entre una madura asiática con unas ganas de follar terribles y un joven negro superdotado y fuerte igual de cachondo.