Los alumnos de esta profesora universitaria no la reconocerían si la vieran de esta guisa, con un enorme consolador metido en su coño maduro. Ante ellos cada día se muestra distante y severa, no por nada se ha ganado el sobrenombre de «mal follada». Sin embargo, cuando cuelga su maletín de docente y llega a casa, la cosa cambia radicalmente. Saca sus juguetes sexuales y entonces muestra su verdadera cara, la de una cuarentona cachonda a la que le hace mucha falta una buena sesión de sexo. Puede que no sea muy ligona, pero la masturbación desde luego le proporciona muy buenos orgasmos en solitario.