Las jovencitas no cabalgan así
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De todas las cerdadas que está haciendo esta puta madura, no sé cuál es la que le va a sentar peor a su marido: que le ponga los cuernos, que se los ponga con el vecino con el que se va de cañas, o que lo haga montada sobre su mesa de billar a la que le tiene tanto cariño. Desde luego que los cuernos son siempre algo espinoso y una traición con todas sus letras, pero si tu guarra mujer lo empeora añadiendo detalles que lo hacen más doloroso, la mala ostia que te entra es de campeonato. Pero no creas que a esta tetona le importa mucho, no es la primera vez que se convierte en una esposa infiel, y luego siempre es capaz de darle la vuelta a las cosas y hacer que su marido se sienta culpable por no saber follarla como ella necesita; y lo peor, es que a lo mejor tiene razón.