A todas las mujeres les gusta el dinero
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Cuando se mudó a este edificio lleno de mujeres mayores, este tío pensó que lo iba a pasar bastante mal con sus quejas y sus manías, pero no contaba con el vicio de las maduras casadas; así que te puedes imaginar la sorpresa que se llevó el día que una de sus vecinas milfs llamó a su puerta. El pensó que querría lo clásico, sal o azúcar, pero lo que en realidad quería la zorra guarra era lanzarse sobre su rabo, y hacerle pajas y comidas de polla hasta que se le pusiera como mástil de barco… Y todo ello, sin haber tenido ni que salir al rellano a buscarlo.