Cerda madura entre un consolador y una polla
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No lo podemos asegurar a ciencia cierta porque no conocemos de nada a esta mujer, pero visto lo visto tenemos claro que el que le metieron fue el mejor polvo en muchos años. Verla ahí a cuatro patas con la boca abierta, los ojos cerrados y gimiendo como una condenada no deja lugar a dudas de que estaba sintiendo esa polla en lo más profundo de su ser y eso es algo que nos encanta. Una vez más veis que la edad es solo un número y que por muy vieja que sea una mujer nunca es tarde para gozar del sexo a lo grande.